Todas las
vitaminas del Complejo B son hidrosolubles por lo
que deben ser obtenidas diariamente a través de la alimentación.
Intervienen en
el metabolismo de las grasas y proteínas, en la transformación de los hidratos
de carbono en glucosa (fuente de energía), en el normal funcionamiento del
sistema nervioso, mantenimiento de la musculatura, crecimiento, regeneración sanguínea,
producción de hormonas sexuales, formación de la hemoglobina, en el sistema
inmunitario y en la división celular. Beneficia la piel, cabello, vista, hígado
y mucosas.
Se suele
encontrar en la levadura de cerveza, el germen de trigo, hígado, pescado,
productos lácteos, setas (champiñones), yogur, cereales integrales, verduras no
muy cocidas, legumbres, jalea real, espinacas, berro, zanahoria, pepino, frutas
y frutos secos, semillas de sésamo (ajonjolí) y de calabaza. Se debe
considerar que la ingesta de bebidas ricas en taninos como el café y el té
negro, al igual que el tabaco, inhiben la absorción de estas vitaminas.
Deficiencias en este grupo de vitaminas se ve determinado por síntomas como
cansancio, irritabilidad, nerviosismo, depresión, coloración gris del cabello,
caída del cabello, acné y otros problemas de piel, pérdida del apetito,
insomnio, neuritis, anemia, constipación y niveles altos de colesterol, alto
consumo de azúcares, falta de memoria y capacidad de concentración, falta de
destreza mental, palpitaciones a nivel cardiovascular e hipertrofia del
corazón.
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