La
Vitamina A pertenece
al grupo de las vitaminas liposolubles,
es decir que se disuelve en las grasas y es por ello que suele almacenarse en
el hígado.
Desempeña un papel
importante en muchas funciones corporales. Es necesaria para la reparación de los tejidos, mantener la piel
y las mucosas en buen estado, para crear y cuidar los huesos, cabello,
uñas y dientes, tener una mejor visión y para fortalecer el sistema
inmunológico.
La podemos encontrar en alimentos de origen animal (retinol) como hígado, pescado o yema
del huevo; y en los de origen vegetal de color verde oscuro, naranja, rojizo o
amarillo (carotenos y betacarotenos) como zanahorias, calabazas, tomates,
acelga, berro, espinaca, espárragos, albahaca, perejil, lechuga, coles de
Bruselas, pimientos, manzana, pasas, ciruela, pera, melón, naranja, toronja,
albaricoques, mango, frambuesa, frijoles, judías, diente de león.
Los principales
síntomas de deficiencia de esta vitamina son: retraso en el crecimiento, uñas quebradizas, dientes defectuosos,
cabello seco y frágil, cabello y uñas que tarda en crecer, piel seca y áspera,
falta de visión, ceguera nocturna, infecciones habituales, inapetencia, pérdida
del olfato y esterilidad.
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